Habla en paz

Es justo recordar: la voz humana está cargada de vibraciones.

Esfuérzate por evitar los gritos intempestivos e inoportunos.

Una exclamación estruendosa equivale a una pedrada metal.

Si alguien te dirige la palabra en tono muy alto, hazle el obsequio de responder en tono más bajo.

Los nervios de los demás son iguales a los tuyos: pierden el equilibrio con facilidad.

Discusiones sin provecho es desperdicio de fuerzas.

No te digas sufriendo agotamiento y fatiga para poder lanzar frases tempestuosas y ofensivas; aquellos que se encuentran realmente cansados procuran reposo y silencio.

Si te sientes a la proximidad de la irritación, estás enfermo y el enfermo exige remedio.

Barullo verbal solo complica.

Piensa en eso: tu voz es tu retrato sonoro.

XAVIER, Francisco Cândido. Calma. Por el Espíritu Emmanuel. 4.ed. IDE, 2003. Capitulo 3.