Nuestros Dones de Cristo

"Más la gracia fue dada a cada uno de nosotros, según la medida del don de Cristo." ­ Paulo (EFESOS; 4:7.)

El alma humana, en estos veinte siglos de Cristianismo, es una conciencia esclarecida por la razón, en plena batalla por la conquista de los valores iluminativos.

El campo de lucha permanece situado en nuestra vida intima.

Animalidad reverso espiritualidad.

Milenios de sombras cristalizadas contra la luz naciente.

Y el hombre, poco a poco, entre las alternativas de vida o muerte, renacimiento en el cuerpo y retorno a la actividad espiritual, va plasmando en si mismo las cualidades sublimes, indispensables para la ascensión, y que, en el fondo, constituyen las virtudes de Cristo, progresivas en cada uno de nosotros.

De ahí la razón de la gracia divina ocupar la existencia humana el crecer dentro de ella, a la medida que los dones de Jesús, incipientes, reducidos, regulares o enormes en ella se puedan expresar.

Donde estuvieras, sea lo que fueras, procura aplicar las cualidades cristianas en ti mismo, con la vigilante atención dispensada a la cultura de las plantas preciosas, al pie del hogar.

Por cuanto para la Tierra, todos somos susceptibles de producir para el bien o para el mal.

Ofrezcamos al Divino Cultivador el vaso del corazón, recordando que si "con solo conscientes" nuestro espíritu acepta las simientes del Celeste Agricultor, cada mañana con nuestra buena voluntad será convertida en canal milagroso para la exteriorización del bien, con la multiplicación permanente de las gracias del Señor, alrededor nuestro. Observa tu "buena parte" y recuerda que puedes dilatarla al infinito.

No intentes destruir milenios de tinieblas de un momento para otro.

Válete del esfuerzo de auto perfeccionamiento cada día.

Persiste en aprender con el Maestro del Amor y de la Renuncia...

No nos olvidemos de que la Gracia Divina ocupará nuestro espacio individual, en la medida de nuestro crecimiento real en los dones de Cristo.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 25.