Erguir Y Ayudar

"Y el, dándole la mano, la levanto..." ­ (ACTOS, 9:41.)

Muy significativa la lección de los Actos, cuando Pedro restaura a la hermana Dorcas para la vida.

No se contenta el apóstol en pronunciar palabras lindas a sus oídos, renovándole las fuerzas generales.

Le da las manos para que se levante.

La enseñanza es de lo más simbólica.

Observamos muchos compañeros que se reirguieron para el conocimiento, para la alegría y para la virtud, bañados por la divina claridad del Maestro, y que pueden levantar millares de criaturas a la Esfera Superior.

Para eso, sin embargo, no bastará la predicación pura y simple.

El sermón es, realmente, una llamada sublime, del cual no prescindió el propio Cristo, más no podemos olvidar que el Celeste Amigo, se adoctrinó en el monte, igualmente en el monte multiplicó los panes para el pueblo hambriento, restableciéndole el ánimo.

Nosotros, los que nos hallábamos muertos en la ignorancia, y que hoy, por añadidura de la Misericordia Infinita, ya podemos disfrutar algunas bendiciones de luz, precisamos extender el servicio de socorro a los demás.

No nos desharemos, sin embargo, de la tarea salvadora, simplemente pronunciando algunos discursos admirables.

Es imprescindible usar nuestras manos en las obras del bien.

Esfuerzo de los brazos significa actividad personal.

Sin el empeño de nuestras energías, en la construcción del Reino Espiritual con Cristo, en la Tierra, en balde alinearemos observaciones excelentes en torno de las preciosidades de la Buena Nueva o de las necesidades de redención humana.

Encontrando a nuestro hermano, caído en el estrado, hacemos lo posible por despertarlo con los recursos del verbo transformador, más no olvidemos, que, para traerlo de nuevo a la vida constructiva, será imprescindible, según la inolvidable lección de Pedro, extenderle fraternalmente las manos.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 33.