En La Predica

"Yo con muy buena voluntad gastaré y me dejare gastar por vuestra s almas, aun que, amándoos cada vez más, sea menos amado." ­Paulo. (II CORINTIOS, 12:15.)

Hay numerosos compañeros de predicación salvadora que, de buen agrado, se suben a tribuna doradas, discurriendo preciosamente sobre los meritos de la bondad y de la fe, más, si son convidados a contribuir en las buenas obras, se sienten heridos en la bolsa y rehúsan apresados, bajo disparatadas alegaciones.

Mil impedimentos les prohíben el ejercicio de la caridad y se apartan para diferentes sectores, donde la buena doctrina no constituya incomodo a la vida calmada.

Efectivamente, no en tanto, en la practica legitima del evangelio no nos cabe apenas gastar lo que tenemos, más también dar lo que somos.

No basta derramar el cofre y solucionar cuestiones ligadas a la experiencia del cuerpo.

Es imprescindible darnos, a través del sudor de la colaboración y del esfuerzo espontáneo en la solidaridad, para atender, substancialmente, a nuestras obligaciones primarias, frente a Cristo.

Mucha gente espera el amor ajeno, a fin de amar, tal actitud solamente significa demora en los emprendimientos santificadores que nos competen.

Quien ayuda y sufre por devoción a la Buena Nueva, recoge suplementos celestes de fuerza para hacer en el progreso general.

Acordémonos de que Jesús no solo cedió, a favor de todos, cuando podría retener en su propio beneficio, más igualmente hizo la donación de si mismo por la elevación común.

Predicadores que no gastan y ni se gastan por el engrandecimiento de las ideas redentoras del Cristianismo son orquídeas del Evangelio sobre el apoyo problemático de las posibilidades ajenas; más aquel que enseña y ejemplifica, aprendiendo a sacrificarse por el erguimiento de todos, es el árbol robusto del Eterno Bien, manifestando el Señor en el suelo rico de la verdadera fraternidad.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 53.