Firmeza Y Constancia

"Por tanto, mis amados hermanos, sed firme s y constantes, siempre abundantes en la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo no es en vano." ­ Paulo (ICORINTIOS, 15:58.)

Mucha gente asegura que abrazar la fe será confiarse al éxtasis improductivo. A pretexto de garantizar la iluminación del alma, muchos corazones huyen a la lucha, trazándose entre cuatro paredes del santuario domestico, entre vigilias de adoración y pensamientos profundos acerca de los misterios divinos, olvidándose de que todo conjunto de la vida es Creación Universal de Dios.

Fe representa visión.

Visión es conocimiento y capacidad de auxiliar.

Quien penetro a la "tierra espiritual de la verdad",

encontró el trabajo por gracia mayor.

El Señor y los discípulos no viven apenas en la contemplación.

Oraban, si, porque nadie puede sustentarse sin el baño interior de silencio, restaurando las propias fuerzas en las corrientes superiores de energía sublime que fluyen de los Manantiales Celestes.

La oración y la reflexión constituyen el lubricante sutil en nuestra maquina de experiencias cotidianas.

Importa reconocer, sin embargo, que el Maestro y los aprendices lucharon, sirvieron y sufrieron en la labor activa del bien y que el Evangelio establece incesante trabajo para cuantos le esposan los principios salvadores.

Aceptar el Cristianismo es renovarse para las Alturas y solo el clima de servicio consigue reestructurar el espíritu y santificar el destino.

Pablo de Tarso, invariablemente decisivo en las advertencias y avisos, escribiendo a los corintios, encareció la necesidad de nuestra firmeza y constancia en las tareas de elevación, para que seamos abundantes en acciones nobles con el Señor.

Actuar ayudando, crear alegría, concordia y esperanzas, abr4ir nuevos horizontes a los conocimientos superiores y mejorar la vida, donde estuviéramos, es el apostolado de cuantos se devotan a la Buena Nueva.

Procuremos las aguas vivas de la oración para iluminar el corazón, más no nos olvidemos de accionar nuestros sentimientos, raciocinios y brazos, en el progreso y perfeccionamiento de nosotros mismos, de todos y de todo, comprendiendo que Jesús reclama obreros diligentes para la edificación de su Reino en toda la Tierra.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 69.