Injerto Divino

"Si no permanecieran en la incredulidad, serán injertados; porque poderoso e s Dios para volverlos a injertar." ­ Pablo. (ROMANOS, 11:23.)

Toda criatura, en verdad, es una planta espiritual, objeto de minucioso cuidado por parte del Divino Sembrador.

Cada hombre, como ocurre con el vegetal, presenta diferenciados periodos en la existencia.

Siembra, germinación, abono, desenvolvimiento, utilidad, floración, fructificación, cosecha...

En las vísperas del fruto, se desvela el agricultor, con más cariño, por el mejoramiento del árbol.

Es imprescindible haya hartura y provecho.

En la lucha espiritual, en identidad de circunstancias, el Señor adopta iguales normas para con nosotros.

Atendiendo el conocimiento, la razón y la experiencia, el Agricultor Celeste nos confiere preciosos recursos de injerto espiritual, con vistas a nuestra sublimación para la vida eterna.

A cada nuevo día de tu experiencia humana, recibes valioso concurso para que los resultados de la presente encarnación te enriquezcan de luz divina para la felicidad que transmites a los otros. Es, con todo, un "árbol consciente", con independencia para aceptar o no los elementos renovadores, con libertad para registrar la bendición o despreciarla.

Observa, atentamente, cuantas veces te convoca el Sublime Sembrador al engrandecimiento de ti mismo.

El injerto de lo Alto nos procura a través de mil maneras.

Hoy, es en la palestra edificante de un compañero.

Mañana, será en un libro amigo.

Después, vendrá por intermedio de una dadiva aparentemente insignificante en la senda.

Si guardas, pues, el propósito de elevación, aprovecha la contribución del Cielo, iluminado y santificando el templo intimo. Más, si la incredulidad mientras tanto te aísla la mente, el injerto de sublimación te buscara en balde, porque aun no produces, en los recesos del espíritu, la savia que favorece la Vida Abundante.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 78.