Avancemos Más Allá

"Por lo que, dejando los rudimentos de la doctrina del Cristo, prosi gamos hasta la perfección, no lanzando de nuevo el fundamento del arrepentimiento en las obras muertas." ­ Pablo. (HEBREOS, 6:1)

Aceptar el poder de Jesús, guardar certeza de la propia resurrección más allá de la muerte, reconfortarse ante los beneficios de la creencia, constituyen fase rudimentaria en el aprendizaje del Evangelio.

Practicar las lecciones recibidas, aficionando a ellas nuestras experiencias personales de cada día, representa el curso vivo y santificante.

El alumno que no se retira de los ejercicios en el alfabeto nunca penetra el luminoso dominio mental de los grandes maestros.

No basta situar nuestra alma en el pórtico del templo y allí doblar los ojos reverentemente, es imprescindible regresar a los caminos vulgares y concretizar, en ellos mismos, los principios de la fe redentora, sublimando la vida común.

¿Que decir del operario que solamente visitase la puerta de su oficina, alabándole la grandeza, sin, con todo, dedicarse al trabajo que ella le reclama? ¿Qué decir del navío admirablemente equipado, que viviese indefinidamente en la playa sin navegar?

Existen millares de creyentes de la Buena Nueva en esa lastimable posición de estacionamiento. Son casi siempre personas correctas en todos los rudimentos de la Doctrina de Cristo. Creen, adoran y se consuelan, irreprensiblemente; todavía, no marchan para delante, en el sentido de si tornarse más sabias y más nobles. No saben hacer, ni luchar y ni sufrir, en viéndose solas, bajo el punto de vista humano.

Precaviéndose contra semejantes males, afirmo Pablo, con profundo acierto: "Dejando los rudimentos de la doctrina de Jesús, prosigamos hasta la perfección, absteniéndonos de repetir muchos arrepentimientos, porque entonces no pasaremos de ser autores de obras muertas."

Evitemos, así, la posición del alumno que estudia... y jamás armoniza con la lección, recordando también que si el arrepentimiento es útil, de cuando en cuando, el arrepentirse a todas horas es señal de terquedad y vaciamiento.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 83.