Ve Y Sigue

"Una cosa se: yo era ciego y ahora veo." ­ (JUAN; 9:25.)

A pesar del trabajo renovador del Evangelio, en los círculos de la consolación y de la predicación, desdoblarse delante de las masas, sembrando milagros de confortamiento en el alma del pueblo, es servicio sutil y casi desconocido del aprovechamiento de la Buena Nueva que es siempre individual e intransferible.

Los aprendices de la vida cristiana, en la actividad vulgar del camino, disfrutan del concepto de normalidad, más sino gozan de ventajas observables en el inmediatismo de la experiencia humana, como son las de consolación, de estimulo o de la prosperidad material, de manera de grabar la enseñanza de Jesús vivo, en las propias vidas, pasando a la categoría de personas extrañas, muchas veces ante los propios compañeros del ministerio.

Llegado a semejante posición, y si sabe aprovechar la sublime oportunidad para sumisión y diligencia, el discípulo experimenta completa transposición de plano.

Modifica la tabla de valores que lo rodean.

Sabe donde se ocultan los fundamentos eternos.

Descubre esferas nuevas de lucha, a través de la visión interior que otros no comprenden.

Descubre diferentes motivos de elevación, por intermedio del sacrificio personal, e identifica fuentes más altas de incentivo para el esfuerzo propio.

En vista de esto, frecuentemente provoca discusiones excitantes, con respecto a la actitud que adopta frente a Jesús.

Por ver, con más claridad las instrucciones reveladas por el Maestro, es tenido como un fanático o retrobado, idiota o loco.

Si, sin embargo, procuras efectivamente la redención con el Señor, prosigue seguro de ti mismo; repara, sin aflicción y sin desanimo, las contiendas que la acción genuina de Jesús recibe en ti de corazones incomprensivos y estacionarios, repite las palabras del ciego que alcanzó la visión y sigue para delante.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 95.