Busquemos El Equilibrio

"Aquel que dice permanecer en el, debe también andar como el anidó." ­ Juan. (I JUAN; 2:6.)

Sin embargo debes caminar sin miedo, no te adaptes a la imprudencia, con el pretexto de cultivar la confianza.

Si nos aficionamos al Evangelio, procuremos hacer según los padrones del Divino Maestro, que nunca presentan lugar a la temeridad.

Jesús sobresale en el imperativo a la edificación del Reino de Dios, más no sacrifica los intereses de los otros con obras precipitadas.

Aconseja la sinceridad de "si, si ­ no, no", entre tanto, no se confié a la rudeza contundente.

Destaca las ruinas morales del farisaísmo dogmático, todavía, rinde culto a la Ley de Moisés.

Irguió a Lázaro del sepulcro, con todo, no alimenta la pretensión de apartarlo, en definitiva, de la muerte del cuerpo.

Consciente de su poder del que se haya investido, no menosprecia la autoridad política de debe regir las necesidades del pueblo y enseña que se debe dar " a Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios".

Preso y sentenciado al suplicio, no se pierde en bravos comentarios, no obstante reconocer la devoción con que es erguido por las entidades angélicas.

Atendamos al Modelo Divino que no debemos olvidar, desempeñando nuestras tareas, con lealtad y coraje, más evitemos el arrojo innecesario, que vale por liviandad peligrosa.

Un corazón medroso congela el trabajo.

Un corazón temeroso incendia cualquier servicio, arrasándolo.

Busquemos, pues, el equilibrio con Jesús y desaparecerá, naturalmente, el extremismo, que es siempre el oscuro señal de la desarmonia o de la violencia, de la perturbación o de la muerte.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 134.