Disculpa Siempre

"Si perdonáis a los hombre s sus ofensas, también vuestro Padre Celestial os perdonará." ­ Je sús. (MATEO, 6:14.)

Por más graves que te parezcan las faltas del prójimo, no te detengas en la reprobación.

Condenar es cristalizar las tinieblas, poniendo barrearas en el servicio de la luz.

Procura en las victimas de la maldad algún bien con el que puedas erguirlas, así como la vida opera el milagro del reverdecimiento en los árboles aparentemente muertos.

¡Antes de todo, recuerda cuan difícil es juzgar las decisiones de criaturas con experiencias que divergen de la nuestra!

¿Cómo influir, apropiándonos de la conciencia ajena, y como sentir la realidad, usando un corazón que no nos pertenece?

Si el mundo, hoy, grita alarmado, alrededor de nuestros pasos, haz silencio y espera...

La observación justa es impracticable cuando la neblina nos rodea.

Mañana, cuando el equilibrio sea restaurado, conseguirás suficiente claridad para que la sombra no te altere el entendimiento.

Más allá de eso, en los problemas de la crítica, no te supongas exento de ella.

¡A través de la nociva complacencia para contigo mismo, no percibes cuantas veces te muestras menos simpático a tus semejantes!

Si hay quienes aman nuestras cualidades laudables, hay quien nos destaca las cicatrices y los defectos.

Si hay quien ayuda, exaltándonos el porvenir luminoso, hay quien nos perturba, constriñéndonos a la revisión del pasado oscuro.

Usa, pues, la bondad, y disculpa incesantemente.

La Buena Nueva nos enseña que el Amor cubre la multitud de los pecados.

Quien perdona, olvidando el mal y avivando el bien, recibe del Padre Celestial, en la simpatía y en la cooperación del prójimo, el edicto de la liberación de si mismo, habilitándose a las sublimes liberaciones.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 135.