El Culto a La Oración

"Y, habiendo orado ellos, tremó el lugar donde estaban reunidos y todos quedaron llenos del Espíri tu Santo." ­ (HECHOS, 4:31)

Todos lanzamos, en torno a nosotros, fuerzas creativas o destructivas, agradables o desagradables al círculo personal en que nos movemos.

El árbol nos alcanza con la materia sutil de las propias emanaciones.

La araña respira en el centro de las propias telas.

La abeja puede viajar intensivamente, más no descansa a no ser en los compartimientos de la propia colmena.

Así también el hombre vive en el seno de las creaciones mentales a las que da origen.

Nuestros pensamientos son paredes en las que nos enclaustramos o alas con que progresamos en la ascensión.

Como piensas, vivirás.

Nuestra vida intima- nuestro lugar.

A fin de que no perturbemos las leyes del Universo, la Naturaleza solamente nos concede las bendiciones de la vida, de conformidad a nuestras concepciones.

Recógete y divisarás el infinito de todo lo que te rodea.

Expándete y encontrarás el infinito de todo lo que existe.

Para que nos elevemos, con todos los elementos de nuestra orbita, no conocemos otro recurso más allá de la oración, que pide luz, amor y verdad.

La oración, traduciendo aspiraciones ardientes de subida espiritual, a través del conocimiento y de la virtud, es fuerza que ilumina el ideal y santifica el trabajo.

Narran los Hechos que, habiendo los apóstoles orado, cerco el lugar en que se encontraban y quedaron llenos de Espíritu Santo: iluminándoseles el ansia de fraternidad, se les engrandeció las mentes congregadas en propósitos superiores y la energía santificadora les felicito el espíritu.

No olvides, pues, que el culto a la oración es marcha decisiva. La oración te renovará para la obra del Señor, día a día, sin que tu mismo puedas percibirlo.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 149.