La Oración Del Justo

"La oración hecha por un justo puede mucho en sus efectos." ­ (TIAGO, 5:16)

Considerando las ondas del deseo, en su fuerza vital, todo impulso y toda ansia constituyen también oraciones que parten de la Naturaleza.

El gusano que se arrastra con dificultad, en el fondo está rogando recursos de locomoción más fáciles.

La loba, acariciando al cachorrillo, en lo intimo del ser permanece implorando lecciones de amor que le modifiquen la expresión salvaje.

El hombre primitivo, adorando el trueno, en los recesos del alma pide explicaciones a la Divinidad, de manera a educar los impulsos de fe.

Todas las necesidades del mundo, traducidas en esfuerzo de los seres vivientes, valen como súplicas de las criaturas al Creador y Padre.

Por eso mismo, si el deseo del hombre bueno es una oración, el propósito del hombre malo o desequilibrado es también una rogativa.

Aun aquí, sin embargo, tenemos la ley de la densidad específica.

Al tirar una piedra al vecino el proyectil será inmediatamente atraído hacia abajo.

Deja caer algunas gotas de perfume sobre la frente de tu hermano y el aroma se esparcirá en la atmósfera.

Libera una serpiente y ella procura una madriguera.

Suelta una golondrina y ella buscara las alturas.

Minerales, vegetales, animales y almas humanas están pidiendo habitualmente, y la Providencia Divina, a través de la Naturaleza, vive siempre respondiendo.

Hay procesos de solución demorada y respuestas que llevan siglos para descender de los Cielos a la Tierra.

Más de todas las oraciones que se elevan para lo Alto, el apóstol destaca la del hombre justo como siendo revestida de inmenso poder.

Es que la conciencia recta, en el ajustamiento de la Ley, ya conquistó amistad e intercesiones numerosas.

Quien hace amigos, amontona amor. Quien amontona amor, acumula poder.

Aprende, así, a obrar con justicia y bondad y tus ruegos subirán sin trabas, amparados por los vehículos de la simpatía y de la gratitud, porque el justo, en verdad, donde estuviera, es siempre un cooperador de Dios.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 150.