Observémonos

"Aquel que dice permanecer con el, debe también andar como el ando." ­ Juan. (I JUAN, 2:6.)

Hay quien afirma vivir con la bondad de Jesús y no vacila en lanzarse contra los semejantes, a través de la maledicencia y de la crueldad.

Hay quien asevera comprender el optimismo del Divino Maestro y no vacila en concentrarse en las sombras del pesimismo y el desespero.

Hay quien ensalza el trabajo incesante del Señor en la extensión del bien, acomodándose en la red de la pereza y de la comodidad.

Hay quien alaba la simplicidad del Eterno Amigo, complicando todos los problemas de rutina.

Hay quien glorifica la paciencia del Sublime Instructor, agarrándose al pedrizal de la agresividad y de la intolerancia.

Si nos confesamos aprendices del Evangelio observemos nuestros propios pasos.

Acordémonos de que el nombre de Jesús está empeñado en nuestras manos.

Así comprendiendo, aficionémonos al Modelo Divino.

Cuando el apóstol nos declara ­"Aquel que dice permanecer en el, debe también andar como el ando" -, desea naturalmente decir: "Quien se afirma seguidor de Jesús, en cierto deberá imitarle la conducta, buscando vivir en la ejemplificación el que el Maestro vivió".

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 167.