Ante El Cristo Libertador

"Yo soy la puerta." ­ Jesús. (JUAN; 10:7.)

Según los léxicos, la palabra "puerta" designa "una abertura en la pared, al ras, del suelo o en la base de un pavimento, ofreciendo entrada y salida".

Entre tanto, simbólicamente, el mundo está repleto de puertas engañosas. Dan entrada sin ofrecer salida.

Algunas de ellas son ávidamente disputadas por los hombres que, absortos en la conquista de posesiones efímeras, no se guardan de los peligros que representan.

Muchos baten la puerta de la riqueza adinerada y, después de acogidos, quedan encarcelados por los tormentos de la usura.

Innumerables fuerzan el pasaje para la ilusión del poder humano y despiertan detenidos por las guerras del sufrimiento.

Muchísimos atraviesan el portal de los placeres terrestres y se reconocen, de un momento para otro, en las mallas de la aflicción de la muerte.

Muchos atraviesan los umbrales de la evidencia pública, sedientos de popularidad e influencia, acabando emparedados en la mazmorra del desespero.

Cristo, sin embargo, es la puerta de la Vida Abundante.

Con el, nos sometemos a los designios del Padre Celestial y, en esa directriz, aceptamos la existencia como aprendizaje y servicio, a favor de nuestro propio crecimiento para la inmortalidad.

Ve, pues, a que puerta recurres en la lucha cotidiana, porque apenas por intermedio de la enseñanza de Cristo alcanzarás el camino de la verdadera liberación.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 172.