Mudanza

"Mas no le recibieron, porque su aspecto era como del que iba a Jerusalén." ­ (LUCAS, 9:53.)

Digno de nota es el presente pasaje de Lucas.

Reparando los samaritanos que Jesús y los discípulos se dirigían a Jerusalén, se negaron a recibirlos.

Los identificaron por el aspecto.

Si fuesen viajeros con destino a otros lugares, tal vez les ofreciesen hospedaje, reconfort, alegría...

¿No se verifica, hasta hoy, el mismo fenómeno con los verdaderos continuadores del Maestro?

Jerusalén, para nosotros, simboliza aquí testimonio de fe.

Y basta que alguien se encamine resoluto a semejante dominio espiritual, para que los hombres comunes, desorientados y discutidores, le cierren las puertas del corazón.

Los descuidados, que caminan en la dirección de los placeres fáciles, encuentran inmediato acogimiento entre los nuevos samaritanos del mundo.

Mujeres inquietas, hombres engañadores y enfermos espirituales bien presentados paseen, por en cuanto, en la Tierra, lucida asamblea de compañeros.

Todavía, cuando el aprendiz de Jesús acuerda en la estrada humana, verificando que es indispensable ofrecer testimonio de su confianza en Dios, con la negación de viejos caprichos, la mayor parte de las veces es constreñida a seguir sin nadie.

Es que, habitualmente, en tales ocasiones, el hombre se revela modificado.

No da la impresión común de la criatura dispuesta a satisfacerse.

Es alguien decidido a renunciar a los propios defectos a anularlos, a golpes de inmenso esfuerzo, para desposar la cruz redentora que lo identificará con el Maestro Divino...

Por esa razón, dentro mismo de las puertas del hogar, casi siempre no será plenamente reconocido, porque su aspecto sufrió metamorfosis profunda... El muestra la señal de quien tomo rumbo de la definitiva renovación interior para Dios, dispuesto a consagrarse al eterno bien y a seguir su corazón en el gran camino...

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 175.