Reverencia Y Pìedad

"Sirvamos a Dios, alegremente, con reverencia y piedad." ­ Pablo. (HEBREOS, 12:28.)

"Sirvamos a Dios, alegremente" ­ solicita el aposto - , más no se olvida de acentuar la manera por la cual nos compete servirlo.

No podríamos extender la tristeza en las tareas del bien.

Todos los elementos de la Naturaleza obedecen a las Leyes del Señor , revelando alegría.

Brilla la constelación dentro de la noche.

El Sol transborda calor y luz.

Se cubre la Tierra de flor y verdura.

Tiene la fuente un cántico peculiar.

Entona el pájaro melodías de loor.

No seria justo, pues, trazar, al servicio que el Maestro nos designa, el pesimismo o la amargura.

El contentamiento de ayudar es una de las señales de nuestra fe.

Entre tanto, es necesario que nuestra alegría no se desborde en excesos.

Ni en ruido inadecuado, ni conceptos impropios.

Ni palabras menos dignas, ni en carcajadas que podrían apenas sugerir sarcasmo y desprecio.

Sirvamos alegremente, con reverencia y piedad.

Reverencia para con el Señor y piedad para con el prójimo.

No puedes personalizar al Todo-Misericordioso para agradar ­Lo, más podemos servir-Lo diariamente en la persona de nuestro hermanos en lucha.

Conduzcamos, así, el carro de nuestro trabajo sobre los hilos del respeto y de la caridad y encontraremos, a nuestro favor, la alegría que nunca se extingue.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 178.