Reparemos Nuestras Manos

"...Les mostró sus manos..." ­ (JUAN, 20:20.)

Reapareciendo a los discípulos, después de la muerte, es que Jesús, al identificarse, les deja ver el cuerpo herido, mostrándoles destacadamente las manos...

Las manos que habían restituido la visión a los ciegos, levantado paralíticos, curado enfermos y bendecido viejos y criaturas, traían las marcas del sacrificio.

Traspasadas por los clavos de la cruz, iluminaban le la suprema renuncia.

Las manos del Divino Trabajador no recogieron del mundo apenas callos por el esfuerzo intensivo en la lucha del bien. Recibieron heridas sanguinolentas y dolorosas.

La enseñanza nos recuerda la actividad de las manos en todos los recintos del Globo.

El corazón inspira.

El cerebro piensa.

Las manos realizan.

En todas partes, se agita la vida humana por las manos que comandan y obedecen.

Manos que dirigen, que construyen, que siembran, que pagan, que ayudan que enseñan... y manos que matan, que hieren, que apedrean, que luchan, que incendian, que condenan...

Todos poseemos en las manos antenas vivas por donde se nos exterioriza la vida espiritual.

Reflexiona, pues, sobre lo que haces, cada día.

No olvides que, más allá de la muerte, nuestras manos exhiben las señales de nuestro pasaje por la Tierra. Las de Cristo, el Eterno Benefactor, revelaban las llagas obtenidas en la divina labor de amor. Las tuyas, mañana, igualmente hablaran de ti, en el mundo espiritual, donde, interrumpida la experiencia terrestre, cada criatura, guarda las bendiciones o las lecciones de la vida, de acuerdo con las propias obras.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 179.