Vigilemos Y Oremos

"yugulad y orad, para no caer en la tentación." ­ Jesús. (MATEO, 26:41.)

Las más terribles tentaciones provienen del fondo sombrío de nuestra individualidad, así como el lodo más intenso, capaz de tiznar el lago, procede de su propio seno.

Renacemos en la Tierra con las fuerzas desequilibradas de nuestro pretérito para las tareas de reajuste.

En las raíces de nuestras tendencias, encontramos las más vivas sugestiones de inferioridad. En las íntimas relaciones con nuestros parientes, somos sorprendidos por los más fuertes motivos de discordia y lucha.

En nosotros mismos podemos ejercitar el buen ánimo y la paciencia, la fe y la humildad. En contacto con los afectos más próximos, tenemos copioso material de aprendizaje para fijar en nuestra vida los valores de la buena voluntad y del perdón, de la fraternidad y del bien incesante.

No te propongas, de ese modo, atravesar el mundo, sin tentaciones. Ellas nacen contigo, asoman de ti mismo y se alimentan de ti, cuando no las combatas, dedicadamente, como el labrador siempre dispuesto a cooperar con la tierra de la cual precisa extraer las buenas simientes.

Caminar de la cuna al túmulo, bajo las amarteladas de la tentación, es natural. Afrontar obstáculos, sufrir privaciones, tolerar antipatías gratuitas y atravesar tormentas de lágrimas son vicisitudes lógicas de la experiencia humana.

Entre tanto, recordémonos de la enseñanza del Maestro, vigilando y orando, para que no sucumbamos a las tentaciones, una vez que más vale llorar bajo los aguijones de la resistencia que sonreír bajo los narcóticos de la caída.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 110.