Ricamente

"La palabra de Cristo mora en vosotros, ricamente..." ­ Pablo. (COLONICENS ES, 3:36)

Decís confiar en el poder de Cristo, más, si el día aparece en colores contrarios a tu expectativa, demuestras deplorable indigencia de fe en la inconformidad.

Afirmas cultivar el amor que el Maestro nos legó, entre tanto, si el compañero exterioriza puntos de vista diferentes de los tuyos, muestras enorme pobreza de comprensión, confiándote al desagrado y a la censura.

Declaras aceptar el Evangelio en su simplicidad y pureza, con todo, si el Señor te pide algún sacrificio perfectamente compatible con tus posibilidades, exhibes incontestable carencia de cooperación, lanzando desafíos y solicitando reparaciones.

Aseguras procurar la Voluntad del Celeste Benefactor, no en tanto, si tus caprichos no se encuentran satisfechos, muestras lastimable miseria de paciencia y esperanza, arrojando tus mejores pensamientos al lamedal del desencanto.

¿Encenderemos, sin embargo, la luz, permaneciendo en las tinieblas?

¿Daremos testimonio de obediencia, exaltando la rebeldía?

¿Enseñaremos la serenidad, inclinándonos a la desesperación?

¿Proclamaremos la gloria del amor, cultivando el odio?

La palabra de Cristo no nos invita a marchar en la flaqueza, o en la lamentación, como si fuésemos tutelados de la ignorancia.

Según la conceptuación iluminada de Pablo, en la Buena Nueva debe irradiarse de nuestra vida, habitando en nuestra alma, ricamente.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 125.