"... que vuestro amor crezca cada vez más en el pleno conocimiento y en todo di scernimiento." Paulo (FILIPENSES. 1:9.)
El amor es la fuerza divina del Universo.
Es imprescindible, sin embargo, mucha vigilancia para que no la desviemos en la justa aplicación.
Cuando un hombre se consagra, de manera absoluta, a sus tesoros perecibles, esa energía, en el corazón de el, se denomina, avaricia", cundo se atormenta, de modo exclusivo, por la defensa de lo que posee, juzgándolo centro de vida, en el lugar en que se encuentra, esa misma fuerza se convierte en el "egoísmo"; cuando solo ve motivos para alabar lo que representa, lo que siente o lo que hace, con manifiesto irrespeto por los valores ajenos, el sentimiento que predomina en su orbita se llama "codicia"
Pablo, escribiendo a la amorosa comunidad filipense, formula indicación de elevado alcance. Asegura que "el amor debe crecer, cada vez más, en el conocimiento y en el discernimiento, a fin de que el aprendiz pueda aprovechar las cosas que son excelentes"
Instruyámonos, pues, para conocer.
Eduquémonos para discernir.
Cultura intelectual y perfeccionamiento moral son imperativos de la vida, posibilitándonos la manifestación del amor, en el imperio de la sublimación que nos aproxima a Dios.
Atendamos al consejo apostólico y crezcamos en valores espirituales para la eternidad, porque, muchas veces, nuestro amor es simplemente querer y tan solamente con el "querer" es posible desfigurar, impensadamente, los más bellos cuadros de la vida.
XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 91.
"Vigilad, estar firmes en la fe, portaros varonilmente, sed fuertes." Paulo. (I CORINTIOS; 16:13.)
Vigilad en la lucha común.
Permaneced firmes en la fe, ante la tempestad.
Portaros varonilmente en todos los lances difíciles.
Sed fuertes en el dolor, para guardarle la lección de luz.
Se reviste el consejo de Paulo a los corintios, aun hoy, de sorprendente oportunidad.
Para conquistar los valores sustanciales de la redención, es imprescindible conservar la fortaleza de animo de quien confía en el Señor y en si mismo.
No vale la lluvia de lágrimas desproporcionadas, ante la falta cometida.
Arrepintámonos de cualquier gesto maligno es deber, más plantearlo indefinidamente es robar tiempo al servicio de rectificación.
Cierto, el mal deliberado es un crimen, todavía, el error impensado es enseñanza valiosa, siempre que el hombre se inclina a los designios de Dios.
Sin resistencia moral, en el torbellino de conflictos purificadores, el corazón más noble se despedaza.
No nos cabe, por tanto, reposar en el servicio de elevación.
Es natural que vengamos a tropezar muchas veces.
Es comprensible que nos hiramos frecuentemente en los espinos de la senda.
Lastimadle, con todo, será nuestra situación toda vez que exigiéramos demasiadas consolaciones indebidas, interrumpiendo la marcha para lo Alto.
El cristiano no es aprendiz de reposo falso. Discípulo de un Maestro sin acepción de personas hasta la cruz, le compete trabajar en la sementera y en a senda del infinito Bien, vigilando, ayudando y obrando varonilmente.
XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 90.
"Le preguntó Jesús: - ¿Qué quieres que yo haga?" (MARCOS, 10:51.)
Cada aprendiz en su lección.
Cada trabajador en la tarea que le fue cometida.
Cada vaso en su utilidad.
Cada luchador con la prueba necesaria.
Así, cada uno de nosotros tiene el testimonio individual en el camino de la vida.
Muchas veces, fallamos los compromisos asumidos y nos dividimos indefinidamente. En el servicio reparador, todavía, clamamos por la misericordia del Señor, rogándole compasión y socorro.
La pregunta dirigida por el Maestro al ciego de Jericó es, sin embargo, bastante expresiva.
"¿Qué quieres que yo haga?".
La pregunta deja percibir que la posición melindrosa del interesado se ajustaba a los imperativos de la Ley.
Nada ocurre a la revelia de los Divinos designios.
Bartimeu, el ciego, supo responder, solicitando, visión. Entre tanto, ¿cuanta gente ruega acceso para la presencia del Salvador y, cuando es interpelada por el, responde en prejuicio propio?
Acordémonos de que, muchas veces, perdemos la casa terrestre con el fin de que aprendamos el camino de la casa celeste; en muchas ocasiones, somos abandonados por los más agradables lazos humanos, de manera para tornarnos a los vínculos divinos; hay épocas en que las heridas del cuerpo son llamadas a curar las llagas del alma, y situaciones en que la parálisis enseña la preciosidad del movimiento.
Es natural que pidamos auxilio del Maestro en nuestras dificultades y sinsabores; mientras tanto, no nos olvidemos de trabajar por el bien, en los más aflictivos pasajes de las rectificaciones y de la ascensión, convencidos de que nos encontramos invariablemente en la más justa y provechosa oportunidad de trabajo que merecemos, y que tal vez no sepamos, de pronto, escoger otra mejor.
XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 89.
"Cayendo, sin embargo, en si..." (LUCAS; 15:17)
Este pequeño trecho de la parábola del hijo prodigo despierta valiosas consideraciones en torno de la vida.
Judas soñó con el dominio político del Evangelio, interesado en la transformación compulsoria de las criaturas; con todo, cuando cayó en si, era demasiado tarde, porque el Divino Amigo fue entregado a jueces crueles.
Otras personas de la Buena Nueva, sin embargo, tornaron en si, a tiempo de realizar salvadora rectificación.
Maria de Magdala pusiera la vida intima en las manso de genios perversos, todavía, cayendo en si, bajo la influencia del Cristo, observa el tiempo perdido y conquista la más elevada dignidad espiritual, por intermedio de la humildad y de la renunciación.
Pedro, intimidado ante las amenazas de persecución y sufrimiento, niega al Maestro Divino; entre tanto, cayendo en si, al ver la mirada compasiva de Jesús, llora amargamente y avanza, resoluto, para su rehabilitación en el apostolado.
Paulo se confía a la desvariada pasión contra el Cristianismo y persigue, furioso, todas las manifestaciones del Evangelio naciente; no en tanto, cayendo en si, ante la llamada sublime del Señor, se arrepiente de sus errores y se convierte en uno de los más brillantes colaboradores del triunfo cristiano.
Hay gran masa de creyentes de todos los matices, en las más diversas líneas de la fe, todavía, reinan entre ellos la perturbación y la duda, porque viven envueltos en las interpretaciones puramente verbales de la revelación celeste, en gozos fantasiosos, en mentiras de la hora carnal o imantados a la cáscara de la vida a la que se prenden desavisados. Para ellos, la alegría es el interés inmediatita satisfecho y la paz es la sensación pasajera del bienestar del cuerpo de carne, sin dolor alguno, a fin de que puedan comer y beber sin impedimento.
Cae, con todo, en ti mismo, bajo la bendición de Jesús y, transfiriéndote, entonces, de la inercia para el trabajo incesante por tu redención, observarás, sorprendido, como la vida es diferente.
XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 88.
"¿Recibiste el Espíritu Santo cuando creíste?" (Hechos, 19:2.)
El católico recoge el sacramento del bautismo y gana un sello para identificación personal en la estadística de la iglesia a que pertenece.
El reformista de las letras evangélicas entra en el mismo ceremonial y conquista un número en el registro religioso del templo a que se afilia.
El Espiritista se incorpora a esa o aquella entidad consagrada a nuestra Doctrina Consoladora y participa verbalmente del trabajo renovador.
Todos esos aprendices de la escuela cristiana se reconfortan y se regocijan.
Unos participan la alegría de la mesa eucarística que les aviva las esperanzas en el Cielo; otros cantan, en conjunto, exaltando la Divina Bondad, provocando largo material de estimulo en la jornada santificante; otros, aun, se reúnen, alrededor de la oración ardiente; y reciben mensajes luminoso y revelaciones de emisarios celestiales, que les consolidan la convicción en la inmortalidad, más allá...
Todas esas posiciones, con todo, son de provecho, consolación y ventajas.
Es imperioso reconocer, sin embargo, que si la simiente es auxiliada por el abono, por el agua y por el sol, está obligada a trabajar, dentro de si misma, con el fin de producir.
Medita, pues, en la sublimidad de la indagación apostólica: - "¿Recibiste al Espíritu Santo cuando creíste?"
Válete de la revelación con la que la fe te beneficia y santifica tu camino, esparciendo el bien.
Tu vida puede convertirse en un manantial de bendiciones para los otros y para tu alma. Si te aplicaras, en verdad, al Maestro del Amor. Acuérdate de que no eres tu quien espera por la Divina Luz. Es la Divina Luz, fuerza del Cielo a tu lado, la que permanece esperando por ti.
XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 87.