En La Vía Pública

La calle es un departamento importante de la escuela del mundo, donde cada criatura puede enseñar y aprender.

Encontrando amigos o simple conocidos, tome la iniciativa de saludar, usando cordialidad y cariño sin exceso.

Camine con su paso natural o dentro del movimiento que se haga preciso, como se deben igualmente vivir: sin atropellar a los otros.

Si usted está en un colectivo, acomódose de manera de no incomodar a los vecinos.

Si usted está en un coche, por más inquietud o más prisa que tenga, atienda a las leyes del tránsito y a los principios del respeto al prójimo, previniéndose contra males susceptibles de afligirle por largo tiempo.

Recibiendo los saludos de alguien, responde con espontaneidad y cortesía.

No detenga a compañeros en la vía públicas, absorbiéndoles tiempo y atención con asuntos que pueden quedarse para momentos más oportunos.

Ante el abordaje de ésta o de aquella persona, practique la bondad y la gentileza, aunque la prisa, con frecuencia, entre sus cogitaciones.

En medio de las mayores exigencias de servicio es posible hablar con serenidad y comprensión, aunque sea por un simple minuto.

Rogando un favor, haga eso de modo digno, evitando silbidos, juegos de mal gusto o frases insolentes, seguros de que los otros estiman ser tratados con el acatamiento que reclamamos para nosotros.

Usted no necesita dedicarse a la conversación inconveniente, pero si alguien desarrolla asunto indeseable es posible escuchar con tolerancia y bondad, sin herir al interlocutor.

Ninguna persona, en sana conciencia, tiene la obligación de compartir perturbaciones o conflictos de la calle.

Ante alguien que aparezca enferme o víctima de accidente, pongámonos, mentalmente, en el difícil lugar de ese alguien y providenciemos el posible socorro.

XAVIER, Francisco Cândido. Senal Verde. Por el Espíritu André Luiz. Federación Espírita Española. Capitulo 10.