Ciertamente

"Ciertamente pronto vengo." ­ (APOCALIPSE, 22:20.)

Casi siempre, en cuanto la criatura humana respira en la carne joven, la actitud que la caracteriza el corazón para con la vida es la de la criatura que desconoce el valor del tiempo.

Días y noches son cortos para la internación en alegrías y aventuras fantasiosas. Mil embrollos de la ilusión efímera le obscurecen la mirada y las horas se desvanecen en un torbellino de ansias inútiles.

Raras personas escapan de semejante pérdida.

Generalmente, con todo, cuando madurez aparece y el alma ya posee relativo grado de educación, el hombre reajusta, apresado, la continuación del día.

La semana es reducida para lo que le cabe hacer.

Comprende que los mismos servicios, en la posición en que se encuentra, se repiten en determinados meses del año, perfectamente recapitulados, cual ocurre en las estaciones de frió y de calor, floración y fructificación para la Naturaleza.

Se agita, se inquieta, se desdobla, en el afán de multiplicar sus fuerzas para enriquecer los minutos y ampliarlos, favoreciendo las propias energías.

Y, comúnmente, al término de la peregrinación, la muerte del cuerpo le sorprende en los ángulos de la expectativa o del entretenimiento, sin que le sea dado recuperar los años perdidos.

No te embreñes, así, en la selva humana, despreocupándote de tu habilitación para la luz espiritual, ante el camino eterno.

En el penúltimo versículo del Nuevo Testamento, que es la Carta de Amor Divino para la Humanidad, determinó, el Señor fuese gravada por el apóstol a su promesa solemne: "Ciertamente, pronto vengo"

Válete, pues, del tiempo y no te hagas tardío en la preparación.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 10.