Obreros Sin Fe

"... Y YO TE MOSTRARÉ MI FE POR MIS OBRAS." ­ Santiago. (TIAGO, 2:18.)

En todos los lugares, vemos obreros sin fe, esparciendo inquietud y desanimo.

Se devota a determinado emprendimiento de caridad y lo abandona, en el inicio, murmurando: - "¿Para que? El mundo no presta."

Se compromete en deberes comunes y, sin cualquier muestra de persistencia, se hace dimisionario de obligaciones edificantes, alegando: - "No nací para servilismo deshonroso."

Se aproxima a la fe religiosa, para disfrutarle los beneficios, entre tanto, luego después, la relega al olvido, aseverando: - "Todo esto es mentira y complicación."

Si convidado a la posición de evidencia, repite el viejo estribillo: - "¡Yo no merezco! ¡Soy indigno!..."

Si es traído a testimoniar de humildad, afirma bajo manifiesta revuelta: - ¿Quién me ofende así?"

Y transita de situación en situación, entre las cenizas y la indisciplina, por largo tiempo para sentirse perseguido y desconsiderado.

En todas partes, es el trabajador que no termina el servicio por el que se responsabilizo o el alumno que estudia continuamente, sin jamás aprender la lección.

No te concentres en la fe sin obras, que constituye embriaguez peligrosa del alma, todavía, no te consagres a la acción, sin fe el Poder Divino o en tu propio esfuerzo.

El servidor que confía en la Ley de la Vida reconoce que todos los patrimonios y glorias del Universo pertenecen a Dios. En vista de eso, pasa en el mundo, bajo la luz del entusiasmo y de la acción en el bien incesante, completando las pequeñas y grandes tareas que le competen, sin enamorarse de si mismo en la vanidad y sin esclavizarse a las creaciones de que habrá sido venturoso instrumento.

Revelemos nuestra fe, a través de nuestras obras en la felicidad común y el Señor conferirá para nuestra vida el indefinible aumento de amor y sabiduría, de belleza y poder.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 26.