Destrucción Y Miseria

"En sus caminos ha y destrucción y miseria." ­ Paulo. (ROMANOS, 3:16.)

Cuando el discípulo se distancia de la confianza en el Maestro y se esquiva para la acción en las líneas del ejemplo que su divino apostolado nos legó, prefiriendo la senda vasta de la infidelidad para la propia conciencia, cava, sin percibir, largos abismos de destrucción y miseria por donde pasa.

Se cristaliza la mente en la ociosidad, elimina el buen ánimo en el corazón de los trabajadores que lo cercan y estrangula sus propias oportunidades de servir.

Si desciende al desfiladero de la negación, destruye las esperanzas terrenas en el sentimiento de cuantos se aproximaron a la fe y teje vasta red de sombras para si mismo.

Si trasfiere al alma para la residencia oscura del vicio, sofoca las virtudes nacientes en los compañeros de jornada y adquiere debitos pasados para el futuro.

Si asila el desespero, apaga el tono claro de la confianza en el alma del prójimo y llora inútilmente, bajo la tormenta de lágrimas destructivas.

Si busca refugio en la casa fría de la tristeza, asfixia el optimismo en aquellos que lo acompañan y pierde la riqueza del tiempo, en lamentaciones estériles.

La determinación divina para el aprendiz del evangelio es seguir adelante, ayudando, comprendiendo y sirviendo a todos.

Estacionar e inmovilizar a los otros es congelarse,

Revolverse y dar latigazos a los hermanos es herirse.

Huir al bien es desorientar a los semejantes y aniquilarse.

Desventurados aquellos que no siguen al Maestro que encontraron, porque conocer Jesucristo en espíritu y vivir lejos de el será esparcir la destrucción, en torno de nuestros pasos, y conservar la miseria dentro de nosotros mismos.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 27.