En La Obra Regenerativa

"Hermanos, si algún hombre llega a ser sorprendido en alguna ofensa, vosotros, que soi s espirituales, orientarlo con el espíritu de mansedumbre, velando por vosotros mi smos para que no seáis igualmente tentados." ­ Paulo. (GALATAS, 6:1)

Si intentamos orientar al hermano perdido en los golpes del error, con aguijones de cólera, nada más hacemos que despertar la ira contra nosotros mismos.

Si le propinamos golpes, responderá con otros tantos.

Si le destacamos las faltas, podrá acusarnos de nuestros gestos menos felices.

Si opinamos para que sufra el mismo mal con que el hirió a otro, apenas aumentamos el porcentaje del mal, alrededor nuestro.

Si le aplaudimos la conducta errónea, aprobaremos el crimen.

Si permanecemos indiferentes, sustentamos la perturbación.

Más si trataremos el error del semejante, como quien trata de apartar la enfermedad de un amigo enfermo, en la realidad, concretizando la obra regenerativa.

En las horas difíciles, en que vemos a un compañero despertarse en las sombras interiores, no olvidemos que, para auxiliarlo, es tan desaconsejable la condenación, como el elogio.

Si no es justo tirar petróleo a las llamas, con el propósito de apagar el fuego, nadie cura llagas con la proyección del perfume.

Seamos humanos, ante todo.

Acerquémonos al compañero infeliz, con los valores de la comprensión y de la fraternidad.

Nadie perderá, ejerciendo el respeto que debemos a todas las criaturas y a todas las cosas.

Situémonos en la posición del acusado y reflexionemos si, en la condición de el, habríamos resistido las sugestiones al mal. Relacionemos nuestras ventajas y prejuicios del prójimo, con imparcialidad y buena intención.

Toda vez que así procedamos, el cuadro se modifica en los mismos aspectos.

De otro modo será siempre fácil juzgar y condenar, para caer en los mismos delitos, con certeza, cuando fuéramos, a nuestra vez, visitados por la tentación.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 37.