Delante Del Señor

"¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Por no poder oír mi palabra." ­ Jesús. (JUAN, 8:43.)

El lenguaje de Cristo siempre pareció a muchos aprendices indescifrable y extraño.

Hacer todo el bien posible, aun cuando los males crezcan y sean numerosos.

Prestar sin exigir retribución.

Disculpar incesantemente.

Amar a los propios adversarios.

Ayudar a los calumniadores y a los malos.

Mucha gente escucha la Buena Nueva, más no penetra en sus enseñanzas.

Eso ocurre a muchos seguidores del Evangelio, porque se sirven de la fuerza mental en otros sectores.

Creen vagamente en el socorro celeste, en las horas de amargura, mostrando, sin embargo, absoluto desinterés ante el estudio y ante la aplicación de las leyes divinas.

La preocupación de la posesión les absorbe la existencia.

Reclaman el oro del suelo, y el pan del granero, el lino usual, el equilibrio de la carne, el placer de los sentidos y la consideración social, con tamaña voluptuosidad que no se acuerdan de la posición de simples usufructuarios del mundo en que se encuentran, y nunca reflejan en la transitoriedad de todos los patrimonios materiales, cuya función única es la de proporcionarles adecuado clima al trabajo en la caridad y en la luz, para engrandecimiento del espíritu eterno.

Registran los llamamientos de Cristo, todavía, maniatados furiosamente a la atención de la llamada de la vida primaria.

Perciben, más no oyen.

Se informan, más no atienden.

En ese campo de contradicciones, tenemos siempre respetables personalidades humanas y, algunas veces, admirables amigos.

Conservan en el corazón enormes potenciales de bondad, con todo, la mente de ellos vive empeñada en el juego de las formas perecibles.

Son preciosas estaciones de servicio aprovechable, con el equipamiento, sin embargo, ocupado en actividades más o menos inútiles.

No nos olvidemos, pues, de que es siempre fácil señalar el lenguaje del Señor, más es preciso presentarle el corazón vació de residuos de la Tierra, para recibir en espíritu y verdad, la palabra divina.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 48.