Elucidaciones

"Porque no predicamos de nosotros mi smos, má s de Cri sto Jesús, el Señor; y nosotros mismos somos vue stros siervos por amor a Je sús." - Paulo. (II CORINTIOS, 4:5.)

Nosotros, los aprendices de la Buena Nueva, cuando en verdadera comunión con Dios, no podemos desconocer la necesidad de retraimiento de nuestra individualidad, a fin de proyectarnos para la multitud, con el `provecho deseable, en las enseñanzas del Maestro.

En asuntos de la vida cristiana, propiamente considerada, las únicas pasiones justificables son las de aprender, ayudar y servir, por cuanto sabemos que Cristo es el Gran Planificador de nuestras realizaciones.

Si recordamos que la revisión de el siempre a favor de cuanto podamos producir de mejor, viviremos atentos al trabajo que nos toque, convencidos de que su pronunciación permanece invariable en las circunstancias de la vida.

Nuestra preocupación fundamental, en cualquier parte, debe ser la prestación de servicio en Su Nombre, comprendiendo que la predicación de nosotros mismos, con la propaganda de los personalismos peculiares de nuestra personalidad, será la simple interferencia de nuestro "yo" en obras de la vida eterna que se reportan al reino de Dios.

Escribiendo a los corintios, Pablo define la posición de el y de los demás apóstoles, como siendo la de servidores de la comunidad por amor a Jesús. No existe indicación más clara de las funciones que nos caben.

La dirección del Divino Maestro está siempre más viva y la programación general de los servicios reservados a los discípulos de todas las condiciones permanece estructurada en su Evangelio de Sabiduría y de Amor.

Procuremos las bases de Cristo para no actuar en vano.

Ajustemos la conciencia del Gran Renovador, a fin de no ser tentados por nuestros impulsos de dominación, porque, en todos los climas y situaciones, el compañero de la Buena Nueva es convidado, llamado y constreñido a servir.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 55.