Discípulos

"Y cualquiera que no lleve su cruz y no venga tras de mi, no puede ser mi discípulo." ­Je sús (LUCAS, 14:27.)

Los círculos cristianos de todos los matices permanecen repletos de estudiantes que se clasifican en el discipulado de Jesús, con expresivo entusiasmo verbal, como si la ligación legitima con el Maestro estuviese circunscrita al problema de palabras.

En la realidad, sin embargo, el Evangelio no deja dudas a ese respecto.

La vida de cada criatura consciente es un conjunto de deberes para consigo misma, para con la familia de corazones que se agrupan en torno de sus sentimientos y para con la Humanidad entera.

Y no es tan difícil desempeñar todas esas obligaciones con la aprobación plena de las directrices evangélicas.

Imprescindible se hace eliminar las aristas del propio temperamento, garantizando el equilibrio que nos es peculiar, contribuir con eficiencia a favor de cuantos nos cercan el camino, dando a cada uno lo que le pertenece, y servir a la comunidad, de cuyo cuadro hacemos parte.

Sin que nos rectifiquemos, no corregiremos el derrotero en que marchamos.

Árboles torcidos no proyectan imágenes irreprensibles.

Si buscamos la sublimación con Cristo, oigamos las enseñanzas divinas. Para hacernos discípulos de El es necesario nos dispongamos con firmeza a conducir la cruz de nuestros testimonios de asimilación del bien, siguiéndole los pasos.

Existen aprendices que llevan consigo el madero de las pruebas salvadoras, más no siguen al Señor por que se confiaron a la revuelta a través del endurecimiento y de la fuga.

Otros aparecen, siguiendo al Maestro en las frases bien hechas, más no cargan la cruz que les toca, abandonándola en la puerta de vecinos y compañeros.

Deber es renovación.

Servicio es primor.

Acción es progreso.

Responsabilidad y crecimiento espiritual.

Aceptación de los impositivos del bien y obediencia a los padrones del señor.

Solamente después de semejantes adquisiciones es que atenderemos la verdadera comunión con el Divino Maestro.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 58.