Palabras de Vida Eterna
"Tu tienes las palabras de la vida eterna." Simón Pedro. (JUAN, 6:68.)
Te rodean las palabras, en todas las fases de la lucha y en todos los ángulos del camino.
Frases respetables que se refieren a tus deberes.
Verbo amigo traído por dedicaciones que te reaniman y te consuelan.
Opiniones acerca de asuntos que no te dicen respeto.
Sugestiones de variados orígenes.
Lecciones valiosas.
Discursos vacíos que tus oídos lanzan al viento.
Palabras habladas... palabras escritas...
Dentro de las expresiones verbalistas articuladas o silenciosas, junto a las cuales tu mente se desenvuelve, encontrarás, sin embargo, las palabras de la vida eterna.
Guarda tu corazón y escucha.
Nacen del amor misterioso de cristo, como el agua pura del seno inmenso de la Tierra.
Muchas veces te mantienes distraído no les ves el aviso, el cántico, la lección la belleza.
Vigila en el mundo, aislado de ti mismo, para que no pierdas el saber y la claridad.
Te exhortan para considerar la grandeza de Dios y para vivir de conformidad con Sus Leyes.
Se refieren al Planeta como siendo nuestro hogar y a la Humanidad como siendo nuestra familia.
Revelan en el amor el lazo que nos une a todos.
En el trabajo indican nuestro derrotero de evolución y perfeccionamiento.
Abren los horizontes divinos de la vida y nos enseñan a levantar los ojos para más alto y para más allá.
"palabras, palabras, palabras..."
Olvida aquellas que te incitan a la inutilidad, aprovecha cuantas te muestran las obligaciones justas y te enseñan a engrandecer la existencia, más no olvides las frases que te enseñan la luz y el bien; ellas pueden penetrar a nuestro corazón, a través de un amigo, de una carta, de una pagina o de un libro, más, en el fondo, proceden siempre de Jesús, el Divino Amigo de las Criaturas.
Reten contigo las palabras de la vida eterna, porque son santificadoras del espíritu, en la experiencia de cada día, y, sobre todo, nuestro seguro apoyo mental en las horas difíciles de las grandes renovaciones.
XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 59.