No Te Engañes

"¿Miráis las cosa s, según las apariencias? Si alguien confía en si mismo que es de Cristo, piensa otra vez esto consigo, que a sí como él es de Cri sto, también nosotros de Cri sto somos." ­ Paulo. (II CORINTIOS, 10:7)

No te engañes, a cerca de nuestra necesidad común en el perfeccionamiento.

Muchas veces, subestimando nuestros valores, nos acreditamos privilegiados en el arte de la elevación. Y, en tales circunstancias, acostumbramos a olvidar, impensadamente, que otros están haciendo por el bien mucho más que nosotros mismos.

El rayo enciende leves relámpagos en las tinieblas y se supone el príncipe de la luz, más encuentra la vela ardiente que lo ofusca. La vela se engalana sobre un mueble doméstico y presume en el trono absoluto de la claridad, entre tanto, la ven un día en que la lámpara eléctrica en lo alto, le empaña la llama. La lámpara, a su vez, se ensoberbece en la plaza pública, más el Sol, cada mañana, resplandece en el firmamento, clareando toda la Tierra y empalideciendo todas las luces planetarias, grandes y pequeñas.

En cuanto perdura la sombra protectora y educativa de la carne, casi siempre somos victimas de nuestras ilusiones, más, en volviendo al claro infinito de la verdad con la renovación de la muerte física, verificamos, al sol de la vida espiritual, que la Providencia Divina es glorioso amor para la Humanidad entera.

No juzgues la realidad por las apariencias.

Respetemos cada realización en su tiempo y a cada persona en el lugar que le es debido.

Todos somos compañeros de la evolución y perfeccionamiento, guardados aun entre el bien y el mal. Donde accionamos nuestra "parte inferior", la sombra de los otros permanecerá en nuestra compañía. En la zona que proyectamos nuestra "parte buena", la luz del prójimo jira a nuestro encuentro.

Cada alma es siempre una incógnita para otra alma. En razón de eso, no será lícito erguir las paredes de nuestra tranquilidad sobre los cimientos del sentimiento ajeno.

No nos engañemos.

Rectifiquemos en nosotros cuanto perjudique nuestra paz intima y extendamos los brazos y pensamientos fraternos, en todas las direcciones, en la certeza de que, si somos portadores de virtudes y defectos, en las ocasiones de juicios recibiremos siempre de acuerdo con nuestras obras. Y, comprendiendo que la Bondad del Señor brilla para todas las criaturas, sin distinción de personas, recordemos a nuestro favor y a favor de los otros las significativas palabras de Paulo: - "Si alguien confía de si mismo que es de Cristo, piense otra vez esto consigo, porque tanto ese alguien es de Cristo, también nosotros de Cristo somos".

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 65.