Corazones Henchidos

"Cebastei s vue stros corazone s, como en un día de matanza." ­ (SATIAGO, 5:5)

Por la prosperidad y perfeccionamiento del mundo, trabaja el Sol, que es la suprema expresión de la Divinidad Vital en el firmamento terrestre.

Colabora el gusano en la intimidad del suelo, preparando nido adecuado para las semientes.

Contribuye el viento, permutando el polen de las flores.

Se esfuerza el agua, incesantemente, entreteniendo la vida física y purificándola.

Sirve el árbol, floreciendo, fructificando y regenerando la atmósfera.

Coopera el animal, ayudando a las realizaciones humanas, sudando y muriendo para que haya vida normal en el dominio de la inteligencia superior.

Indefectible ley de trabajo rige el Universo.

El movimiento y el orden, en la constancia de los beneficios, le constituyen las características esenciales.

Hay, sin embargo, millones de personas que se sienten exoneradas en la gloria de servir.

Para semejantes criaturas, en cuyo cerebro la razón duerme embotada y vacía, trabajo significa destierro y humillación, infierno y sufrimiento. Persiguen las facilidades delictuosas, con el mismo instinto de originalidad de la mosca en busca de los desechos. Conseguida la solución del orden inferior que buscaban, circunscriben las horas y las posibilidades al desenfrenado apego de si mismas, imitando al pozo de aguas estancadas que se envenena fácilmente.

En el fondo, son, "corazones cebados", de acuerdo con la feliz expresión del apóstol. Crean telas densas de odio y egoísmo, indiferencia y vanidad, orgullo e indolencia sobre si mismos, y gravitan para bajo. Descendiendo, descendiendo, por las pesadas vibraciones a que se acogen, ruedan vigorosamente para el seno de las vidas inferiores, donde es natural que encuentren la exigencia de muchos, que se aprovechan de ellos, a la manera del hombre común que se vale de los animales gordos para la matanza.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 80.