Demostraciones Del Cielo

"Le dijeron, pues: ¿que señal haces tu para que la veamos, y creamos en ti?" ­ (JUAN. 6:30.)

En todos los tiempos, cuando alguien en la Tierra se refiere a las cosas del Cielo, verdadera multitud de indagadores se muestra pidiendo demostraciones objetivas de las verdades anunciadas.

Así es que los médium modernos son constantemente asediados por las exigencias de cuantos se colocan al logro de la vida espiritual.

Ese es vidente y debe dar pruebas de aquello que identifica.

Aquel escribe en condiciones supera normales y es constringido a ofrecer testimonio de las fuentes de su inspiración.

Aquel otro materializa a los desencarnados y, por eso, es convocado al testimonio público.

Todavía, mucha gente se olvida de que todas las criaturas del Señor exteriorizan las señales que les merecen respeto.

El mineral es reconocido por la utilidad.

El árbol es seleccionado por los frutos.

El firmamento esparce mensajes de luz.

El agua da noticias de su trabajo incesante.

El aire esparce informaciones, sin palabras, de su poder en la manutención de la vida.

Y entre los hombres prevalecen los mismos imperativos.

Cada hermano de luchas es examinado por sus características.

El loco se da a conocer por las puerilidades.

El entendido revela muestras de prudencia.

El mejor demuestra las virtudes que le son peculiares.

De ese modo, el aprendiz del Evangelio, al solicitar revelaciones del Cielo para la jornada de la Tierra, no debe olvidar las necesidades de revelarse firmemente dispuesto a caminar para el Cielo.

Hubo un día en que la turba vulgar se dirigió al propio Salvador que la beneficiaba, preguntando: "¿Qué señal haces tu para la veamos, y creamos en ti?"

Imagina, pues, que si al Señor de la Vida fue dirigida semejante interrogativa, ¿Qué pregunta no se ara de lo alto a nosotros, toda vez que rogamos señales del Cielo, con el fin de atender a nuestro simple deber?

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 92.