Capacidad de La Esperanza

"Teniendo por capacidad la esperanza en la salvación." ­ Pablo, (I TESALONICENSES, 5:8.)

La capacidad es la defensa de la cabeza en que la vida sitúa la sed de manifestación del pensamiento y Pablo no podía recordar otro símbolo más adecuado a la vestidura del cerebro cristiano, más allá de la capacidad de esperanza en la salvación.

Si el sentimiento, muchas veces, está sujeto a los ataques de la cólera violenta, la razón, en muchas ocasiones, sufre el asedio del desanimo. Al frente de la lucha por la victoria del bien, que no puede desanimar en tiempo alguno.

Rayos anestesiantes son desechados sobre el animo de los aprendices por todas las fuerzas contrarias al Evangelio salvador.

La exigencia de todos y la indiferencia de muchos procuran cristalizar la energía del discípulo, dispersándole los impulsos nobles o neutralizándole los ideales de renovación.

Con todo, es imprescindible esperar siempre el desenvolvimiento de los principios latentes del bien, aun mismo cuando el mal transitorio extienda raíces en todas las direcciones.

Es necesario esperar el fortalecimiento del débil, a la manera del labrador que no pierde la confianza en los granos tiernos; aguardar la alegría y el coraje de los tristes, con la misma expectativa del floricultor que cuenta con las revelaciones del perfume y belleza en el jardín lleno de ramos nus.

Es imperioso reconocer, todavía, que la serenidad del cristiano nunca representa actitud inoperante, por erguir y mejorar continuamente personas, cosas, y situaciones, en todas las particularidades del camino.

Por eso mismo, tal vez, el apóstol no se refiere a la toca protectora.

Sombrero, casi siempre, indica paseo, descanso, ocio, cuando no define convencimiento en el traje exterior, de acuerdo con la moda establecida.

Capacidad, sin embargo, es indumentaria de lucha, esfuerzo, defensiva.

Y el discípulo de Jesús es un combatiente efectivo contra el mal, que no dispone de mucho tiempo para pensar en si mismo, ni puede exigir demasiado reposo, cuando sabe que el propio Maestro permanece trabajando activo y edificante.

Resguardémonos, pues, nuestro pensamiento con la capacidad de la esperanza fiel y prosigamos para la victoria del bien.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 94.