Busquemos Lo Mejor

"¿Por qué miras la partícula en el ojo de tu hermano?" ­ Jesús. (MATEO, 7:3)

La pregunta del Maestro, aun ahora, es clara y oportuna.

Muchas veces, el hombre que trae la partícula en uno de los ojos trae igualmente consigo los pies sangrando. Después de laboriosa jornada en la virtud, el revela las manos callosas en el trabajo y tiene el corazón herido por mil golpes de la ignorancia y de la inexperiencia.

Es imprescindible habituar la visión en el logro de lo mejor, a fin de que no seamos engañados por la malicia que nos es propia.

Comúnmente, por la costumbre de buscar bagatelas, perdemos la oportunidad de las grandes realizaciones.

Colaboradores valiosos y respetables son relegados al margen por nuestra irreflexión, en muchas circunstancias simplemente porque son portadores de leves defectos o de sombras insignificantes del pretérito, que el movimiento en el servicio podría sanar o disipar.

Nódulos en la madera no impiden la obra del artífice y ciertos trechos empedrados del campo no consiguen frustra el esfuerzo del labrador en la producción de la simiente noble.

Aprovechemos al hermano de buena voluntad, en la plantación del bien, olvidando las lagunas que le cercan la vida.

¿Qué seria de nosotros si Jesús no nos disculpase, en los errores y en los defectos de cada día?

Y, si esperamos alcanzar nuestra mejoría, contando con la benevolencia del Señor, ¿Por qué negar al prójimo la confianza en el futuro? consagrémonos a la tarea que el Señor nos reservó en la edificación del bien y de la luz y estemos convencidos de que, obrando así, la menudencia que incomoda el ojo del vecino, tanto como la viga que nos oscurece la mirada, se desharán espontáneamente, restituyéndonos la felicidad y el equilibrio, a través de la incesante renovación.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 113.