Ayudemos Siempre

"¿Y quien es mi prójimo?" ­ (LUCAS, 10:29)

El prójimo a quien precisamos prestar inmediata asistencia es siempre la persona que se encuentra más cerca de nosotros.

En suma, es, por todos los medios, la criatura que se acerca a nuestros pasos. Es como la Ley Divina recomienda amemos al prójimo como a nosotros mismos, preparándonos, para ayudar, infinitamente...

Si tenemos en frente un familiar, auxiliémoslo con nuestra cooperación activa.

Si somos enfrentados por un superior jerárquico, ejercitemos el respeto y la buena voluntad.

Si un subordinado nos procura, ayudémoslo con atención y cariño.

Si un malhechor nos visita, practiquemos la fraternidad, intentando, sin afección, abrirle rumbos nuevos en la dirección del bien.

Si el enfermo nos pide socorro, compadezcámoslo en su posición, cualquiera que ella sea.

Si el bueno se socorre de nuestras palabras, amparémoslo sin alarde, para que se corrija.

Si hay cristianismo en nuestra conciencia, el cultivo sistemático de la comprensión y de la bondad tiene fuerza de ley en nuestros destinos.

Un cristiano sin actividad en el bien es un enfermo de mal aspecto, pensando en la economía de la colectividad.

En el Evangelio, la posición nuestra significa menor esfuerzo.

Con Jesús, de cerca, obrando intensamente junto a el; o con Jesús, de lejos, retardando el avance de la luz. Y sabemos que el Divino Maestro amó y amparó, lucho a favor de la luz y resistió las sombras, hasta la cruz.

Delante, pues, del prójimo, que se acerca a tu corazón, cada día, acuérdate siempre de que estás situado en la Tierra para aprender a auxiliar.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 126.