Teniendo Miedo

"Y, teniendo miedo, escondí en la tierra tu talento..." ­ (MATEO, 25:25.)

En la parábola de los talentos, el siervo negligente atribuye al miedo la causa del fracaso y de su desgracia.

Recibirá más reducidas posibilidades de ganancias.

Contará apenas con un talento y temerá luchar para valorizarlo.

Como aconteció al servidor distraído en la narrativa evangélica, hay muchas personas que se acusan pobres de recursos para transitar en el mundo como desearían. Y recogen a la ociosidad, alegando el miedo a la acción.

Miedo de trabajar.

Miedo de servir.

Miedo a hacer amigos.

Miedo a desapuntar.

Miedo a sufrir.

Miedo a la incomprensión.

Miedo a la alegría.

Miedo al dolor.

Y alcanzan el fin del cuerpo, como sensibles humanos, sin el mínimo esfuerzo por enriquecer la existencia.

En la vida, se agarran al miedo de la muerte.

En la muerte, confiesan el miedo a la vida.

Y, con el pretexto de ser menos favorecidos por el destino, se transforman, gradualmente, en campeones de la inutilidad y de la pereza.

Si recibiste, pues, más ruda tarea en el mundo, no te atemorices frente a los otros y haz de ella tu camino de progreso y renovación. Por más sombría que sea la estrada a la que fuiste conducido por las circunstancias, enriquécela con la luz de tu esfuerzo en el bien, porque el miedo no no sirve como justificativo en el ajuste de cuentas entre el siervo y el Señor.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 132.