Atendamos Al Bien

"En verdad os digo que cuantas veces hici steis a uno de estos mis hermanos má s pequeños, a mi lo hicistei s." ­ Jesús. (MATEO, 25:40.)

No solo por las palabras, que pueden simbolizar hojas brillantes sobre un tronco estéril.

No solo por el acto de creer, que, algunas veces, no pasa de éxtasis inoperante.

No solo por los títulos, que, en muchas ocasiones, constituyen posibilidades de acceso a los abusos.

No solo por las afirmaciones de fe, porque, en muchos casos, las frases sonoras son gritos de un alma vacía.

No nos olvidemos del "hacer".

La ligación con Cristo, la comunión con la Divina Luz, no dependen del modo de interpretar las revelaciones del Cielo.

En todas las circunstancias de su apostolado de amor, Jesús procuró buscar la atención de las criaturas, no para la forma del pensamiento religioso, más para la bondad humana.

La Buena Nueva no prometía la paz de la vida superior a los que endureciesen las rodillas en las penitencias incomprensibles, a los que especulasen sobre la Naturaleza de Dios, que discutiesen las cosas del Cielo por anticipado, o que simplemente pregonasen las verdades eternas, más exalto la posición sublime de todos los que diseminasen el amor, en nombre del Todo Misericordioso.

Jesús no se comprometió con los que combatiesen, en su nombre, con los que humillasen a los otros, a pretexto de glorificarlos, o con los que le ofreciesen culto espectacular, en templos de oro y piedra, más si afirmó que el menor gesto de bondad, dispensado en su nombre, será siempre considerado, en lo Alto, como ofrenda de amor dirigida a Él mismo.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 137.