El Heredero de La Paz

"a quien constituye heredero de todo, al que hizo también el mundo." ­ Pablo. (HEBREOS; 1:2.)

Cede los poderes humanos respetables el que le cabe por derecho lógico de la vida, más no te olvides de dar al Señor lo que le pertenece.

Está formula conciliatoria del Evangelio permanece, aun, palpitante de interés para el bienestar del mundo.

No conviene concentrar en organizaciones mutables del plano carnal todas nuestras esperanzas y aspiraciones.

El hombre en su interior se renueva diariamente. Por eso, la ciencia que le atiende las reclamaciones, en los minutos que pasan, no es la misma que le servia, en las horas que se fueron, y la del futuro será muy diferente de aquella que lo auxilia en el presente. La política del pasado dio lugar a la política de las luchas modernas. Al triunfo sanguinolento de los más fuertes al tiempo de la salvajería sin estorbos, siguiese la autocracia militarista. La fuerza cedió a la autoridad, la autoridad al derecho. En el sector de las actividades religiosas, el esfuerzo evolutivo no ha sido menor.

En vista de semejantes realidades, ¿Por qué te apasionas, con tanta vehemencia, por criaturas falibles y programas transitorios?

Los hombres de hoy, por más venerables, so herederos de los hombres de entonces, empeñados en la lucha gigantesca por la redención de si mismos.

Pudieron prometer maravillosos reinados de abastecimientos y paz, libertad y armonía, entre tanto, no huyeron al servicio de corregir los errores que heredaron, no solo de aquellos que los antecedieron, en el campo de los compromiso colectivos, más igualmente de sus propias experiencias pasadas, en tenebrosos desvíos del sentimiento.

La civilización de ahora es sucesora de las civilizaciones que pasaron.

Las naciones que se restauran aprovechan las naciones que se destruyeron.

Las organizaciones que surgen en la actualidad guardan la herencia de las que desaparecieron en el abismo de la discordia y de la tiranía.

Examinando la fisonomía indisfrazable de la verdad, ¿Cómo aumentar el sentimiento, definiéndote en absoluto, por instituciones terrestres que carecen por encima de todo, de tu propio auxilio espiritual?

¿Cómo puede la casa sin techo abrigarte de la intemperie? La planta del rascacielos inteligentemente trazada en el pergamino, aun no es la construcción mantenedora de legítima seguridad.

No existen, pues, razones que justifiquen los tormentos de los aprendices de Cristo, angustiados por las inquietudes políticas de la hora que pasa. Semejante estado del alma es simple producto de inadvertencia peligrosa, porque todos debemos saber que los hombres falibles no pueden erguir obras infalibles y que compete a nosotros, partidarios del Maestro la posición de trabajadores sinceros, llamados a servir y cooperar en la obra paciente y larga, más definitiva y eterna, de aquel a quien el Padre, "constituyo heredero de todo, por quien hizo también el mundo".

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 148.