Oigamos

"Y luego los llamó." ­ (MARCOS, 1:20.)

En algunos círculos del Cristianismo, semejante pasaje, referente al encuentro del Señor con los discípulos, es interpretado simplemente como siendo una llamada del Cristo al ministerio religioso.

Todavía, podemos imprimirle significado más amplio.

En cada situación del camino, es posible registrar el llamamiento celeste.

En el templo familiar, donde surgen problemas difíciles...

Ante el compañero desconocido, que pide cooperación...

Frente al adversario, que espera entendimiento y tolerancia...

Al pie del enfermo, que aguarda asistencia y cariño...

La cara del ignorante, que reclama socorro y enseñanza...

Junto a la criatura, que ruega bondad y comprensión...

Por donde fuéramos, Jesús, Maestro Silencioso, nos llama al testimonio de la lección que aprendemos.

En las menores experiencias, en el trabajo o en el ocio, en el hogar o vía pública, en que nos invita al ejercicio incesante del bien.

En ese sentido, el discípulo del Evangelio encuentra en el mundo el santuario de su fe y en la Humanidad a su propia familia.

Señalando, pues, la norma cristiana, como inspiración para todas los lideres cotidianos, oigamos la palabra del Señor en todos los ángulos del camino, procurando seguirlo con invariable fidelidad, hoy y siempre.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 153.