Parientes

"Más si alguien no tiene cuidado de los suyos y principalmente de los de su familia niega la fe y es peor que el infiel." ­ Pablo. (I TIMOTEO, 5:8)

La casualidad no se encuentra en los lazos de la parentela.

Principios sutiles de la Ley funcionan en las ligaciones consanguíneas.

Impelidos por las causas del pasado a reunirnos en el presente, es indispensable pagar con alegría los debitos que nos imantan a algunos corazones, a fin de que vengamos a resolver nuestras deudas para con la Humanidad.

Inútil es la fuga de los acreedores que respiran con nosotros bajo el mismo techo, porque el tiempo nos aguardará implacablemente obligándonos a la liquidación de todos los compromisos.

Tenemos compañeros con voz dulcificada y edificante en la propaganda salvacionista, que se hacen verdaderos vociferantes de intolerancia en la atmósfera casera, acumulando energías desequilibradas en torno a las propias tareas.

Sin duda, el equipo familiar en el mundo no siempre es un jardín de flores. Por veces, es un espinar de preocupaciones y de angustias, reclamándonos sacrificios. Con todo, sin embargo necesitamos de firmeza en las actitudes para conseguir la afectividad que nos es propia, jamás conseguiremos sanar las heridas de nuestro ambiente particular con el látigo de la violencia o con el remiendo del abandono.

Conforme la advertencia del Apóstol, se nos habla el cuidado para con la propia familia, estaremos negando la fe.

Los parientes son Obras de amor que el Padre Compasivo nos dio a realizar. Ayudémoslos a través de la cooperación y del cariño, atendiendo a los designios de la verdadera fraternidad. Solamente adiestrando paciencia y comprensión, tolerancia y bondad, en el margen estrecho del hogar, es que nos habilitaremos a servir con victoria, en el mar adentro de las grandes experiencias.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 156.