En La Lucha Vulgar

"Pues aquello que el hombre siembre, eso también recogerá." ­ Pablo. (GÁLATAS, 6:7.)

No es preciso morir en la carne para conocer la ley de compensaciones.

Reparemos la lucha vulgar.

El hombre que vive en la indiferencia por los dolores del prójimo, recibe de los semejantes la indiferencia por los dolores que le son propios.

Apartémonos de la convivencia social y la soledad deprimente será para nosotros la respuesta del mundo.

Si usamos severidad para con los otros, seremos juzgados por los otros con rigor y aspereza.

Si practicamos en sociedad o en familia la hostilidad y la aversión, entre parientes y vecinos encontraremos la antipatía y la desconfianza.

Si insultamos nuestra tarea con la pereza, nuestra tarea nos la relegará a la inaptitud.

Un gesto de cariño para con el desconocido en la vía pública nos la granjeará el concurso fraterno de los grupos anónimos que nos cercan.

Pequeñas sementeras de bondad generan bendecidas fuentes de alegría.

El trabajo bien vivido produce el tesoro de la competencia.

Actitudes de comprensión y gentileza establecen solidaridad y respeto, junto a nosotros.

Optimismo y esperanza, nobleza de carácter y puras intenciones atraen preciosas oportunidades de servicio, a nuestro favor.

Todo el día es tiempo para sembrar.

Todo el día es tiempo para recoger.

No es preciso atravesar la sombra del túmulo para encontrar la justicia, cara a cara. En los principios de causa y efecto, nos hayamos incesantemente bajo la orientación de ella, en todos los instantes de nuestra vida.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 160.