No Dudes

"...El que duda es semejante a la ola del mar, que es llevada por el viento y lanzada de una parte a otra parte." ­ Santiago. (SANTIAGO, 1:6)

En tus actos de fe y esperanza, no permitas que la duda se interponga, como sombra, entre tu necesidad y el poder del Señor.

La fuerza coagulante de tus pensamientos, en las realizaciones que emprendes, procede de ti mismo, de las entrañas de tu alma, porque solamente aquel que confía consigue perseverar en el levantamiento de los escalones que lo conducirán a la altura que desea llegar.

La duda, en el plano externo, puede auxiliar a la experimentación, en ese o aquel sector del progreso material, mas la hesitación en el mundo intimo es lo disolvente de nuestras mejores energías.

Quien duda de si mismo, perturba el auxilio divino en si mismo.

Nadie puede ayudar a aquel que se desayuda.

Comprendiendo el impositivo de confianza que debe rondarnos en la frente, insistamos en el bien, procurándolo con todas las posibilidades a nuestro alcance.

Abandonemos la presa y olvidemos el desanimo.

No importa que nuestra conquista surja triunfante hoy o mañana. Vale trabajar y hacer lo mejor que podemos, aquí ahora, porque la vida se incumbe de traernos aquí lo que buscamos.

Avanzar sin vacilaciones, amando, aprendiendo y sirviendo infatigablemente ­ es la formula de caminar con éxito, al encuentro de nuestra victoria. Y, en esa peregrinación incansable, no nos olvidemos de que la duda será siempre el frió del derrotismo a inclinarnos para la negación y para la muerte.

XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 165.